A principios de los años 20, Alfa Romeo supo rodearse de un auténtico póker de ases del automovilismo italiano. Nombres legendarios como Enzo Ferrari, Antonio Ascari o Giulio Masetti competían por toda Europa bajo el emblema del “Biscione”. El veterano Ugo Sivocci, mecánico y, antes de la Primera Guerra Mundial, ciclista de élite, se unió al equipo por su gran talento y su amistad con Ferrari.
Sivocci era un hombre muy supersticioso. Tras una racha de segundos puestos y carreras con resultados decepcionantes, decidió pintar un trébol de cuatro hojas en un cuadrado blanco en el lado izquierdo de la carrocería de su Alfa Romeo, para representar los cuatro miembros del equipo.
Corría el año 1923 y estaba a punto de disputar la Targa Florio, una de las carreras más duras y prestigiosas de la época. Cualquier ayuda, sobrenatural o no, era buena para enfrentarse a las reviradas carreteras del interior de Sicilia. El recorrido de 108 Km por los Montes Madonia acabaría por darle la razón. Sivocci se alzó con la victoria, logrando el triunfo más destacado de su carrera.
La segunda parte de su historia llegaría dos meses después, en el Circuito de Monza, donde Ugo Sivocci era el encargado de probar el Alfa Romeo P1, el primer automóvil de la marca diseñado para competir en los Grand Prix, la categoría reina de la competición en aquella época. Su vehículo, en el que no estaba pintado el trébol de cuatro hojas, acabó estrellándose en la primera curva. Sivocci falleció en el acto. Una tragedia. Los pilotos del “Biscione”, Antonio Ascari y Giuseppe Campari se retiraron del Gran Premio de Italia.
Tras este accidente, Enzo Ferrari tomó dos decisiones que marcarían la historia del automovilismo. La primera, como homenaje póstumo a su amigo Ugo Sivocci, fue pintar el Quadrifoglio en todos los automóviles de competición de la marca, una tradición que se ha mantenido desde entonces. El cuadrado blanco se convertiría en triángulo, para reflejar la pérdida que supuso la tragedia de Monza. La segunda, fue fichar al ingeniero Vittorio Jano, que acabaría convirtiéndose en una leyenda de la Fórmula 1, para desarrollar el nuevo Alfa Romeo.
En octubre de 1924, en el mismo escenario, el Circuito de Monza, un flamante Alfa Romeo P2 rojo, pilotado por Antonio Ascari y adornado con un trébol de cuatro hojas en medio de un triángulo blanco lograba el triunfo. El mejor homenaje que se le podía hacer a Sivocci.
Desde aquellos años, el Quadrifoglio no sólo distingue a los Alfa Romeo de competición, sino que también se ha incorporado a sus automóviles de calle que ofrecen sensaciones deportivas, tanto por prestaciones como por diseño.
En 2022, los Alfa Romeo Giulia y Stelvio Quadrifoglio continúan la saga con su motor de 2.9 litros V6 de 510 CV y un equipamiento pensado para sacarle el máximo partido, como el control de chasis inteligente o los frenos Brembo. Además, existe la opción de sentarse al volante en unos asientos deportivos Sparco. La leyenda del trébol sigue viva.